Proceso de desamortización y cambios agrarios

Proceso de desamortización y cambios agrarios. Uno de los temas de Historia es el del proceso de desamortización en España y qué cambios se produjeron al respecto. Un tema que es bastante extenso, pero que nosotros vamos a intentar resumirte de manera concreta para que lo puedas estudiar sin problema.

Dentro del contexto de la Revolución Industrial y todos los avances que se produjeron entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, se encuentra también una revolución agraria que en España pasó primero por el llamado “proceso de desamortización” que ahora os explicamos.

Proceso de desamortización y cambios agrarios – Selectividad

La Revolución Industrial producida entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX llevó a un proceso de industrialización en Gran Bretaña, así como en el resto de Europa, Estados Unidos y Japón, generando además la llamada Revolución Agraria, en la que gracias al asentamiento de la propiedad privada, la introducción de nuevas técnicas de cultivo (como el sistema Norfolk) y el que se produjeran nuevos cultivos como la patata y el maíz, se experimentó un crecimiento tanto la producción como en la productividad agraria.

La agricultura comienza a dejar de ser un vehículo de subsistencia, para comenzar a ser una agricultura de mercado en crecimiento ascendente, pero no parecía que España estuviera incluída en dicha revolución agraria debido sobre todo a que no se había producido una reforma agraria, por lo que el sector del campo en nuestro país estaba todavía bastante alejado de todos los avances que se estaban produciendo en el mundo, con un fracaso del modelo de industrialización y con constantes conflictos jornaleros.

Economía agraria en la España del antiguo régimen

España era un país en el que la industria agraria no se había podido desarrollar jamás a los niveles de otros países. El motivo no era otro que la amortización de las tierras, un sistema en el que las tierras pertenecían y eran explotadas por la nobleza, a través de títulos y mayorazgos, así como por parte de la Iglesia (mediante órdenes religiosas). Con este modelo, tanto los nobles como la Iglesia podían hacer lo que querían con sus tierras, pero no solo eso sino que además podían adquirir cuantas quisieran y arrendarlas o censarlas, de modo que les sacaban un beneficio al no poder desprenderse de ellas.

A consecuencia de la amortización, el modelo agrario en España era pobre y escaso, y la que predominaba era una agricultura de subsistencia, a la que además se le sumaba la deficiencia que también existía en el transporte.

Solo los privilegiados parecían tener derecho y acceso a las tierras, aunque con la llegada de la Reconquista se pueden diferenciar dos zonas en España, en las que se inician dos procesos agrícolas. Por un lado está el Norte de España donde la reconquista fue un proceso lento, por lo que se establece y domina el Minifundismo, con la presencia de pequeños campesinos. Por el otro lado está el Sur de España donde la Reconquista se expandió de manera rápida, dominando así el Latifundismo y con ello, el que gran parte de las tierras fueran adjudicadas a los nobles, la Iglesia y los militares.

El proceso de desamortización

La propiedad privada era algo todavía lejano en España, pero es en el Siglo XIX cuando comenzaría el proceso de desamortización, con el fin de acabar de una vez por todas con la amortización del campo por parte de los privilegiados.

Como antecedentes tenemos que irnos hasta el reinado de Carlos IV, en 1798, cuando el primer ministro Godoy decide desamortizar los bienes pertenecientes a los patronatos eclesiásticos (entre los que se encontraban casas de hospicio, hospitales, Capellanías así como Obras Pías) y parte de los realengos y baldíos, y los saca a la venta a través de subasta pública con el fin de poner remedio al problema que había con respecto a la deuda pública. Mucho después en las Cortes de Cádiz (1810-1814) y durante el Trienio Liberal (1820-1823) fue cuando por fin se decretó la eliminación de los señoríos y la desamortización del clero regular, de modo que el Estado expropió sus propiedades para venderlas en pública subasta. Todas estas medidas llevaban al país a poder avanzar hacia la propiedad privada, pero todo quedó anulado cuando se produce el retorno del absolutismo en 1814 y 1823.

No será entonces hasta el reinado de Isabel II cuando comienza un auténtico proceso de desamortización primero con la desamortización de Mendizábal (1836), seguida de la de Espartero (1841) y la de Madoz o Ley de Desamortización General (1855), que fueron decretadas gracias a la presencia de un gobierno progresista.

Desamortización de Mendizábal (1836)

El primero de los proceso decretados establece desvincular las tierras a la nobleza y al clero. Las propiedades y bienes del clero regular fueron expropiadas para ser vendidas en pública subasta, de modo que la burguesía las compró, pero el fin de este proceso no era provocar una reforma agraria, sino poder apaciguar el problema de la deuda pública.

Desamortización de Espartero (1841)

Este segundo proceso de desamortización decreta que los bienes del clero secular (Catedrales e iglesias), pasan a ser del Estado y de este modo los venden en pública subasta. Este proceso sin embargo se detuvo cuando los moderados regresan al poder.

Desamortización de Madoz o Ley de Desamortización General (1855)

En la ley de Desamortización General, los bienes que le quedaban a la Iglesia, así como a los Ayuntamientos (tanto los que estaban destinados a satisfacer a la institución como los que eran aprovechados por los vecinos), son subastados públicamente.

Consecuencias de la desamortización en España: Cambios agrarios

Como consecuencia principal a los distintos periodos de desamortización sufridos en España, se acabó estableciendo concepto de propiedad privada con respecto a la Tierra

Aunque el fin de estas desamortizaciones fuera el poder frenar la deuda pública y el consolidar el liderazgo de la burguesía que apoyaba el régimen liberal, pero todo ello provocó que no se pudiera llevar a cabo una auténtica reforma agraria, ya que la venta a través de subasta al mejor postor, retornaba de nuevo a una situación que aunque no era lo mismo, parecía un calco de la anterior. Es decir, las tierras pasaron a ser ahora de la burguesía, que a diferencia de la nobleza o de la Iglesia que las habían conseguido por asignación directa, las habían comprado de modo que eran ellos sus nuevos propietarios y quienes tenían todos los derechos de explotación de esas tierras adquiridas bajo subasta.

Con ello, era la población campesina la que empeoraba su situación, ya que se perdía el hecho de poder arrendar las tierras a los nobles, así cómo la pérdida a poder usar las tierras comunales.

Por otro lado está el aspecto económico, ya que aunque las desamortizaciones trajeron consigo el que pudiera aumentar la producción agraria, esta se destinaba sobre todo al autoconsumo, y además no se aumentó la producción gracias a las técnicas agrarias, sino al aumento de la superficie cultivada.

Ese aumento de superficie cultivada sí que llevó sin embargo a que además del cultivo de cereales, se cultivaran árboles frutales y cultivos de regadío (en la zona mediterránea), expandiéndose sobre todo el cultivo de la vid, la naranja y el aceite.

Por otro lado se produce un aumento del proteccionismo del impuesto de los cereales (que se mantiene como cultivo principal), lo llevó a que apenas se produjeran inversiones, y que las clases obreras se empobrecieran más todavía.

Con una reforma agraria que apenas supuso un avance, España no podía llevar a cabo tampoco una auténtica revolución industrial española y de hecho el país acabó marcado por constantes revueltas jornaleras, con el consecuente atraso social y económico que caracterizó nuestro país a lo largo del Siglo XIX y también a comienzos del Siglo XX.

Con dicho atraso España estuvo marcada por:

  • Un crecimiento demográfico inferior al de los países industrializados.
  • Mayor población rural que urbana.
  • Economía marcada por un dominio del sector primario.
  • Precios elevados
  • Escasez de fuentes de energía y atraso agrario
  • Escasa industrialización
  • Inexistencia de una burguesía emprendedora
  • Desarrollo de la minería
  • Dominio de capitales e intereses extranjeros
  • Subdesarrollo del mercado interior
  • Deficiencia de transportes
  • Escasa demanda debido al subdesarrollo económico
  • Comercio exterior pobre
  • Predominio de políticas que actuaban en favor de los intereses de las oligarquías agrarias e industriales.

España es un país en declive durante el Siglo XIX y gran parte del Siglo XX, y gran parte de ello se debe al fracaso de una revolución agraria que luego no fue tal y a conflictos sociales constantes, llevando además a una marcada inestabilidad política durante estos dos siglos.

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