Tanto los historiadores antiguos, como los especialistas en la historia moderna, a menudo tienen la concepción tanto de civilizaciones como de diferentes períodos históricos en términos relacionados con las etapas biológicas propias de la vida humana: nacimiento, desarrollo, madurez y decadencia. Así, una vez que la Edad Media fue identificada como un período histórico diferente, los historiadores empezaron a describir los siglos XV y XVI como una etapa de auténtico “vigor juvenil” hasta llegar a su madurez (entre los siglos XII y XIII), hasta posteriormente hundirse en la “vejez” (algo que ocurrió en los siglos XIV y XV). Pero, ¿qué ocurrió verdaderamente durante la conocida como Baja Edad Media?. ¿Qué motivó su final?.
Lo cierto es que gran parte de la evidencia que habitualmente se utiliza para apoyar este punto de vista se basa, sobre todo, en la serie de desastres, aparentemente de gran envergadura, que terminaron azotando toda Europa en el siglo XIV: desde las invasiones mongolas a la gran hambruna de 1315, pasando por la Peste Negra de 1348 y años sucesivos, los costes incrementados y los efectos devastadores de las guerras a gran escala, y el colapso financiero de las grandes casas bancarias italianas a principios del siglo XIV.
Durante bastante tiempo, de hecho, la mayoría de los historiadores consideraron cada uno de estos desastres en su conjunto, como signos o señales dramáticos del final de una era, en especial porque creían que el Renacimiento había surgido después del colapso de la civilización medieval.
Sin embargo, a diferencia de lo que se piensa, la reconsideración especializada por estos hechos históricos no revelan deterioro ni decadencia, sino más bien una notable capacidad de recuperación, que permitió a los ciudadanos tener la capacidad suficiente como para poder recuperarse del desastre mediante las mismas instituciones que ya tenían en 1300.
¿Qué es y en qué consiste la Baja Edad Media?
Se conoce como Baja Edad Media al último período en el que se divide la Edad media, y que se sitúa concretamente entre los siglos XIV y XV. En España, de hecho, el final de este período coincide con la subida al trono de los Reyes Católicos.
Estos dos siglos, es cierto, se caracterizaron por una enorme etapa de crisis e incertidumbre en prácticamente todos los aspectos de la vida: desde lo social a lo económico, pasando por lo político, lo ideológico e incluso lo religioso. Así, más que una crisis o un final, el mundo medieval se reestructuró hasta convertirse en el mundo moderno.
¿Cuáles son las causas que pudieron motivar el final de la Baja Edad Media?
Los bajos rendimientos que se conseguían a partir de una agricultura que en realidad estaba atrasada, unida al enorme crecimiento demográfico que se empezó a registrar a partir del siglo XI motivó el origen de una profunda crisis económica. Algo que finalmente estalló a comienzos del siglo XIV, cuando la sucesión de unas cosechas pésimas -a lo que se unieron las adversidades climáticas- provocaron que el equilibrio que hasta el momento existían entre la población y los recursos acabaran por romperse.
Crisis económica, demográfica y política
Ocurren así distintas crisis de subsistencia, que causan hambre, epidemias y evidentemente, el incremento de la mortalidad entre una población cada vez más pobre y desvalida. En definitiva, todo se tradujo en un peligroso círculo: la escasez de alimentos provocaba desnutrición, y la desnutrición terminaba ocasionando una disminución de las defensas en el organismo ante el contagio de enfermedades infecciosas, aumentando por tanto la mortalidad.
Fue cuando, de repente, llega la Peste Negra en el año 1348, protagonizando un importante descenso de la población. Mientras que los supervivientes salen de las localidades.
Esta crisis, además, empezó a afectar sobre todo a los grandes señores, que comienzan a ver cómo sus rentas disminuyen. Esto motivará la reacción señorial, en la que los grandes señores buscan compensar las pérdidas presionando al rey para que ceda un mayor número de señoríos, e incrementando las exigencias sobre los campesinos.
Esta reacción, a su vez, será causa de revueltas campesinas, surgiendo además el auge del antisemitismo: los judíos son vistos como auténticos responsables de la crisis, y son utilizados por la alta nobleza como víctimas contra las que desviar las iras de la población. Ya en 1391 se producen violentos ataques contra los judíos, y muchos, con el fin de salvar la vida, se convierten al cristianismo.